En la primera semana de la
guerra, la primera semana de septiembre de 1939, unos 400.000 perros y gatos fueron sacrificados
por sus amos y propietarios londinenses, lo que constituye la mayor matanza de
animales domésticos en la historia británica del siglo XX. La verdad es que los
rumores iniciales hablaban de una cifra aún superior, de unos 750.000 animales,
cifra que invocó por ejemplo Sir Robert Gower presidente de la Royal Society
for the Prevention of Cruelty to Animals (RSPCA, el equivalente de nuestra
Sociedad Protectora de Animales), cantidad que finalmente decantó en los
400.000 perros y gatos que fueron sacrificados en los primeros cuatro días de
la guerra. Si tomamos en cuenta que las estimaciones de la época apuntan que en
la ciudad vivían unos 2 millones de perros y gatos, entonces tenemos que 1 de
cada 4 mascotas en Londres hallaron la muerte en esos primeros días de la
guerra, que como decíamos, se estaba peleando en esos instantes a miles de
kilómetros de las islas británicas. De hecho, los primeros bombardeos de la
Luftwaffe sobre la capital inglesa tendrían lugar recién siete meses más tarde,
en abril de 1940. ¿Cómo es entonces que no habiendo ningún ataque directo sobre
Gran Bretaña comenzara a correr la sangre de estos cientos de miles de
infortunados animales? Estos perturbadores acontecimientos llevaron a la National Canine Defence League, la Liga
Nacional de Defensa Canina, una entidad protectora de los perros, a hablar del
“September Holocaust”, el Holocausto de Septiembre. Lo que escucharás a
continuación es su dramática historia.
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